¿Qué hacemos con mil palabras? Quizás, morir hasta nacer. Cuando el lenguaje naufraga, surge el poema.

Entonces la voz vuelve a encontrar un rumbo. La voz, hecha de agua y de fuego, de los restos del día y del relumbre de la noche.

Este poema largo, esta serie de poemas que se vuelven libro —cada lector o lectora dirá cómo lo encuentra— trae el canto de la hembra y el arrullo de la madre. Rosalía descubre los materiales con los que elaborarlo en las zonas más disímiles: un padrenuestro, el inglés castellanizado de los noventa, las matemáticas.

Así se halla con el milagro. Así construye el templo que, en sus propias palabras, es el poema.

Martín Broide